La 'guerra de la gasolina'

(Una versión de este texto fue publicado el 07/08/2009 en el diario El Mundo) 


SAN ANTONIO (VENEZUELA) / CÚCUTA (COLOMBIA).-- A escasos metros del puente Simón Bolívar -el mayor paso fronterizo entre Venezuela y Colombia- nace un laberinto de trochas sin asfaltar que utiliza diariamente un ejército de contrabandistas para evitar los controles militares. Otro ejército, el venezolano, ha redoblado la vigilancia de esta zona desde hace una semana, cuando Hugo Chávez rompió relaciones con el vecino país.

«El Comandante [Chávez] mandó restringir el comercio con Colombia y estamos cumpliendo una orden», dice un capitán que patrulla con un Kalashnikov este sector conocido como La Muralla, donde viven muchos colombianos que se benefician del contrabando de gasolina.

En la región fronteriza del Táchira, por donde se moviliza el 70% del intercambio binacional, la crisis entre Venezuela y Colombia ha originado fuertes retrasos en el paso de vehículos y malestar entre la población que sufre en carne propia las consecuencias de los enfados presidenciales.

A las restricciones en el transporte de carga, se suman nuevos controles de la Guardia Nacional a vehículos particulares y motocicletas. Si los coches con matrícula colombiana sufren retenciones para cruzar el puente, los venezolanos sólo pueden pasar a Colombia con medio depósito de combustible.

El contrabando de oro negro en la frontera es un negocio tan lucrativo como el de armas o droga. La subvencionada gasolina venezolana cuesta 0,025 euros el litro, mientras que en los departamentos colombianos que lindan con Venezuela su precio es de 80 céntimos de euro.

«En este pueblo todos somos traficantes», admite un conductor de motocicletas que pide el anonimato. «Yo soy taxista, pero cuando hay poco trabajo hago de maletero, principalmente de gasolina y comida», dice al tiempo que señala los «caminos verdes» que utiliza para burlar los controles.

En estos días, las gasolineras venezolanas tienen, paradójicamente, menos trabajo que de costumbre: «Oficialmente sólo podemos llenar el tanque hasta la mitad, tres bolívares [casi un euro] por vehículo», dice un dispensador de una estación de servicio. 

El ingenio popular también consigue burlar estas limitaciones. Freddy Rozas, un colombiano con más de 15 años en el pueblo fronterizo de San Antonio, tenía hasta hace pocos meses un coche fantástico. No es que su Chevrolet Cavalier hablara, pero tenía un depósito con una capacidad para 250 litros. 

«Exactamente, tenía dos tanques pegados, es una modificación que muchos vecinos hacen para traficar con gasolina», cuenta entre risas. Su coche está retenido en un depósito de la Guardia Nacional, junto a otros vehículos confiscados.

El ministro de Energía, Rafael Ramírez, dijo a principios de esta semana que el Gobierno de Chávez está «revisando» el convenio de suministro de combustible a las zonas fronterizas de Colombia. Según estimaciones de la petrolera estatal de Venezuela, cada día cruzan ilegalmente 29.000 barriles de petróleo, que deja en el camino un jugoso negocio de 1,5 millones de euros.

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